El sevillano que convirtió dominios en puentes y hoy dedica su vida a conectar a las personas adecuadas.
En Sevilla, 1992. Con 15 años, mientras la mayoría de adolescentes miraban hacia las videoconsolas, Emilio Márquez Espino exploraba Fidonet y las BBS, las redes telemáticas precursoras de Internet. Aquellos terminales rudimentarios eran su puerta a un mundo que aún no tenía nombre para la mayoría de los españoles: la red. Tres años más tarde, en 1995, se conectaba a Internet por primera vez a través de la Red Iris, la infraestructura académica que enlazaba universidades.
Con apenas 19 años, en 1996, fundó su primera startup. No existía el término “emprendedor digital” y mucho menos la palabra startup en las tertulias de café. Pero Emilio ya estaba ahí, programando y soñando.
“Yo era un informático loco que quería probar cosas, aprender, conectar”, ha recordado en alguna ocasión.
En 1998, lanzó Marqueze.net
, un portal de entretenimiento online. El alias “Marqueze”, una derivación creativa de su apellido, se volvió sinónimo de pionero en un Internet salvaje, donde las reglas estaban aún por escribir. El sitio, que originalmente mezclaba temas de informática con relatos eróticos, evolucionó rápidamente hasta convertirse en un portal de ocio para adultos, alcanzando millones de visitas.
No solo era un portal con tráfico masivo: Emilio comenzó a registrar y gestionar cientos de dominios cuando aún costaban un dineral y había que justificar su uso. Llegó a acumular alrededor de 800, entre.com y.es, convirtiéndose en uno de los primeros dominiers españoles. El negocio de los dominios no era trivial. Requería intuición, olfato para prever tendencias y la convicción de que la web sería un terreno fértil. Emilio lo tuvo claro.
En un blog de 2009, incluso analizó cómo el mercado de dominios estaba recuperándose en plataformas como Sedo.com, mencionando ventas de dominios rentables como alarmas.es
. Y esa experiencia lo curtió para siempre: aprendió que anticiparse es tan importante como ejecutar. Su papel como domainer pionero se reafirma con un caso legal en 2002 ante la OMPI por la disputa del dominio marqueze.com
, que subraya los desafíos de la propiedad digital en aquellos años.
A comienzos de los 2000, su atención se desplazó de los dominios a lo humano. En 2001, comenzó a organizar comidas privadas de negocios en Madrid, el germen de sus proyectos de networking. Eran reuniones discretas, sin focos, con un solo objetivo: que los asistentes salieran con una conexión valiosa.
Aquellas comidas fueron el germen de Networking Activo, un proyecto que marcó época: encuentros de networking, una revista especializada, foros online, incluso un club selecto de emprendedores. El proyecto creció hasta tener una red de más de 45.000 profesionales clave en el entorno empresarial español. Emilio se convirtió en anfitrión de espacios donde la confianza importaba más que la tarjeta de visita.
También en esos años cofundó Yunu, una red social de citas que llegó a alcanzar 2,6 millones de usuarios registrados. Fue business angel en startups tecnológicas y participó en iniciativas como Grupo ITnet, DaD o Synerquia. Su rol como inversor se centra en “proyectos que aporten valor a la sociedad” más que en “fundar startups gigantescas”.
“Mi papel no era ser el más listo de la sala, sino juntar a quienes podían crecer juntos”, explicaba.
Entre 2006 y 2008, cuando la palabra Web 2.0 estaba en boca de todos, Emilio recorría España como ponente. Blogs, redes sociales, modelos de negocio online… Lo invitaron a foros como EBE (Evento Blog España) y FICOD, cuando aún eran la referencia digital del país.
Años más tarde, entre 2016 y 2019, se consolidó como profesor en Google Actívate, impartiendo clases de marketing digital a miles de jóvenes universitarios en diversas universidades españolas. Fue mentor de emprendedores, inversor, y hasta videoblogger para marcas como HP, IBM o Vodafone.
En total, ha participado en más de 250 conferencias como ponente o moderador. La revista
Forbes lo incluyó en 2020 entre los 100 mejores influencers de negocios en España. También ha sido reconocido por la revista Emprendedores como uno de los 30 principales influencers en emprendimiento y liderazgo, y por Merca2 como uno de los 15 influencers más influyentes en marketing digital en el mundo hispano. En 2017, recibió el premio “Mentor Honoris” de AMCES.
En 2017, después de años sembrando relaciones, dio forma a su proyecto más personal: La Latina Valley. Gestionado por él mismo con un equipo de 7 personas, la misión de este club de negocios es crear “espacios de confianza” para conectar a profesionales y empresas a través de eventos de alta calidad.
El nombre venía de las primeras reuniones en el barrio madrileño de La Latina. El propósito: crear espacios de confianza donde emprendedores, directivos e inversores pudieran encontrarse de verdad, sin postureo.
El modelo evolucionó: primero cenas, luego debates temáticos, afterworks, hasta encuentros híbridos. Durante la pandemia de 2020, nació La Latina Valley Virtual, con participación desde Latinoamérica, lo que le ha permitido conectar a profesionales de España y América Latina. El modelo de negocio también pivotó de membresías anuales, que no tuvieron buena acogida, a la venta de entradas por evento, lo que fue “muy bien recibido”.
Hoy, La Latina Valley es considerada la meca del networking en español. Eventos privados, temáticos y sectoriales donde Emilio, como moderador, se asegura de que cada asistente cumpla el lema que lo ha acompañado toda la vida: “Te conecto con las personas adecuadas”.
“La diferencia no es cuántas manos estrechas, sino a quién vuelves a llamar después de un café”, resume Emilio.
Su trayectoria también guarda anécdotas poco contadas. Su primera empresa, Marqueze Producciones S.L., generó ingresos combinados de más de 552.000 euros en 2008, con un margen de beneficio del 24% y un equipo de 15 empleados. Un dato que muestra su visión empresarial es la defensa de la propiedad intelectual, algo que siempre ha considerado un pilar fundamental para los emprendedores.
Quienes lo conocen resaltan su humildad y su disposición a ayudar. A menudo, después de un evento, es el último en irse, asegurándose de que todos hayan encontrado su conexión.
Hoy, con 48 años (nacido en 1977), Emilio Márquez Espino sigue siendo un nodo imprescindible del ecosistema emprendedor en España. Desde Madrid, con La Latina Valley y su comunidad de miles de profesionales, continúa su labor de conector, mentor e inversor. Su fluidez en inglés y español también le ha permitido actuar como un “portal de acceso al mercado español” para empresas extranjeras.
Su biografía refleja la evolución de Internet en España: del caos de los dominios a la sofisticación de las comunidades profesionales. Pero sobre todo, refleja a un hombre que entendió algo esencial: la tecnología cambia, las personas permanecen.
“Internet me enseñó a conectar dominios. La vida me enseñó a conectar personas.”
La historia de Emilio Márquez no es solo un recorrido de logros: es un recordatorio de que la confianza es la moneda más valiosa en la era digital.
🧭 ¿Por qué Emilio Márquez es nuestra Figura Tech de Septiembre?
Porque su trayectoria es un espejo de la evolución de Internet en España: pasó de ser uno de los primeros dominiers con cientos de dominios en propiedad, a convertirse en mentor, inversor y divulgador, y finalmente en fundador de La Latina Valley, el club que ha transformado la forma de hacer networking en nuestro idioma.
Porque entiende que el verdadero valor de la tecnología no está en los algoritmos, sino en las personas que conecta. Emilio no solo ha acompañado cada etapa de la transformación digital, sino que ha sabido dar un paso más: crear espacios de confianza donde las ideas se vuelven comunidad y las comunidades, futuro.
Por todo ello, en Sombra Radio lo reconocemos como Figura Tech del Mes de septiembre 2025. Porque su legado no se mide en cifras de tráfico ni en rondas de inversión, sino en los puentes humanos que ha sabido tender, uno a uno, con paciencia, generosidad y visión.
👉 El sevillano que empezó conectando máquinas y terminó conectando personas. Ese es, y será, Emilio Márquez Espino.
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