
Esta mañana, millones de usuarios de ChatGPT se despertaron con un error en pantalla en lugar de respuestas: “Hmm… algo ha salido mal”. A partir de las 08:30 (hora peninsular española), ChatGPT comenzó a experimentar una caída global que afectó tanto a su versión web como a la app móvil. Los usuarios, desde España, Argentina o Colombia hasta Reino Unido y EE.UU., vieron interrumpido su acceso al que, para muchos, ya es su asistente diario.
La interrupción no se limitó al modelo conversacional: también se vieron afectados otros servicios clave de OpenAI, como Sora, el generador de video IA, y su API pública, que alimenta cientos de herramientas de terceros. La IA dejó de hablar… y con ella, miles de flujos de trabajo quedaron en silencio.
¿Qué pasó exactamente?
OpenAI confirmó la situación desde su página de estado y a través de su cuenta oficial en X, informando de “altas tasas de error y latencia” tanto en ChatGPT como en su API. A las 16:22 (CEST), la compañía anunció haber identificado la causa raíz del problema y que sus equipos estaban trabajando en mitigar el fallo. Sin embargo, no se han dado detalles técnicos sobre el origen exacto del incidente.
Mientras tanto, plataformas como Downdetector reflejaron el impacto en tiempo real: más de 1.400 reportes en Reino Unido y 1.000 en Estados Unidos solo en los primeros minutos. En X, el hashtag #ChatGPTDown escaló rápidamente, alimentado por memes, quejas y humor negro digital.
El problema no es solo técnico
Aunque el servicio empezaba a recuperarse al cierre de esta edición, el incidente ha generado preocupación. No es la primera vez que sucede: ChatGPT ya registró caídas previas el 26 de diciembre de 2024 y el 23 de enero de 2025, algunas asociadas a proveedores externos o actualizaciones mal gestionadas. Cada nueva caída plantea la misma pregunta: ¿hasta qué punto estamos preparados para depender tanto de un único proveedor de inteligencia artificial?
Para muchos usuarios, ChatGPT ya no es una curiosidad: es el motor detrás de tareas laborales, sistemas educativos, asistentes personales e incluso productos comerciales. Cuando se detiene, el vacío no es solo digital, sino existencial.