
OpenAI acaba de anunciar que ha superado los $10.000 millones de dólares en ingresos anuales recurrentes (ARR). Una cifra que no solo impresiona, sino que confirma algo que ya venía siendo evidente: la inteligencia artificial ya no es un experimento. Es un negocio. Y uno colosal.
📊 De 5.500 M a 10.000 M en menos de un año
La compañía dirigida por Sam Altman ha duplicado ingresos en apenas seis meses gracias al crecimiento sostenido de:
- ChatGPT, con más de 500 millones de usuarios activos semanales.
- Unos 3 millones de suscriptores empresariales.
- Y un uso creciente de su API por parte de startups, desarrolladores y grandes empresas.
El dato no incluye ingresos por acuerdos empresariales masivos como el de Microsoft, lo que implica que el volumen real podría ser aún mayor.
🔥 Pero… ¿Y los beneficios?
OpenAI no es rentable. Terminó 2024 con pérdidas estimadas de 5.000 millones de dólares y no espera entrar en números verdes antes de 2029. A pesar del crecimiento, su modelo de negocio sigue siendo una apuesta de alto riesgo.
Lo que sí tiene es una hoja de ruta de expansión agresiva:
- Nuevas versiones de GPT‑5 y sus variantes especializadas.
- Millonarias inversiones en hardware propio.
- Y, según rumores, una nueva ronda de financiación liderada por SoftBank, que valoraría la empresa en 300.000 millones de dólares.
📉 ¿Burbuja o visión a largo plazo?
Este es el tipo de crecimiento que recuerda a los primeros años de Amazon: ingresos en alza, pérdidas millonarias y una fe inquebrantable en el futuro.
Pero también se parece a otras historias menos felices del mundo tech.
La pregunta es si la sociedad —y los inversores— seguirán dispuestos a financiar esta escalada sin ver beneficios durante años.
🌒 Desde la sombra
La inteligencia artificial está dejando de ser una herramienta para convertirse en una infraestructura económica global. Pero si esa infraestructura necesita inyecciones de capital infinitas para mantenerse… ¿Qué tan sostenible es?
En la carrera por dominar el futuro, OpenAI ha tomado la delantera.
Pero incluso los líderes tienen que pagar sus servidores. Y los números, por ahora, siguen en rojo.