En la biblioteca infinita de Borges, cada libro contenía el universo. Hoy, ese universo cabe en un resumen algorítmico generado en segundos por una IA. ¿Estamos, como temen algunos, entrando en una era post-alfabetización?
La tentación de la velocidad
El auge de herramientas como ChatGPT o Gemini, capaces de resumir libros, informes y ensayos en párrafos comprimidos, no es solo una cuestión de eficiencia. Es un reflejo de la época que habitamos: acelerada, fragmentada, impaciente.
La lectura profunda —esa que exige tiempo, atención y silencio— se ha convertido en un lujo. En su lugar, nos ofrecen cápsulas de conocimiento: rápidas, listas para consumir… y a menudo vacías de alma.
¿Para qué leer Guerra y Paz si una IA puede contarte de qué va en dos minutos? ¿Para qué perderse en las dudas, ambigüedades y contradicciones de un autor si alguien —o algo— puede destilarte su esencia?
¿Qué se pierde cuando se resume?
La respuesta es tan obvia como inquietante: perdemos la experiencia.
Leer no es solo informarse. Es sentir. Es pensar con otros. Es detenerse ante una frase que nos incomoda. Es dejarse llevar por una imagen que no entendemos del todo.
Los resúmenes, por su propia naturaleza, liman esas asperezas. Nos dan una versión filtrada, simplificada, digerible. Pero en ese proceso también nos convierten a nosotros en consumidores pasivos, y no en lectores activos.
Tecnología: entre la promesa y la trampa
No es la primera vez que una tecnología promete democratizar el acceso al conocimiento. La imprenta, la radio, la televisión, internet… todas ellas nos prometieron más libertad.
Y en parte lo lograron.
Pero también introdujeron nuevas formas de alienación. Y la inteligencia artificial, por más asombrosa que sea, no está exenta de esa ambivalencia. Su poder es tan grande como su potencial para homogeneizar, automatizar, simplificar.
Un futuro sin lectura
Imaginemos por un momento un mundo donde la lectura sea una excentricidad. Donde los libros se lean solo por coleccionistas del pasado. Donde lo que entendemos por “saber” provenga únicamente de resúmenes generados por IA.
¿Seremos una sociedad informada pero incapaz de pensar por sí misma?
¿Una humanidad sin historias que duelan, sin ideas que rocen, sin preguntas sin respuesta?
Leer es resistir
Este no es un manifiesto anti-tecnología. Es un recordatorio.
Leer no es solo obtener información. Es construir criterio. Es formar conciencia. Es mantener vivo el pensamiento complejo en un mundo que tiende a lo binario, lo inmediato, lo previsible.
Como dijo Marshall McLuhan:
“No sé quién descubrió el agua, pero seguro que no fue un pez”.
Estamos tan inmersos en la cultura digital que muchas veces no vemos sus efectos. Quizá sea hora de parar, mirar y preguntarnos: ¿qué estamos dejando atrás?
No todo está perdido
La era post-alfabetización no es inevitable. Es solo una posibilidad.
Depende de nosotros —de cómo usamos la tecnología, de qué defendemos como sociedad, de si elegimos seguir leyendo, incluso cuando no es necesario, incluso cuando la IA ya nos dio el resumen.
Porque en esa decisión, íntima y voluntaria, se juega algo más grande que el conocimiento: se juega nuestra capacidad de ser humanos.