Puede la IA global construirse sin perder el alma?
Del 10 al 11 de febrero de 2025, París se convirtió en el centro neurálgico del debate más urgente de la era digital: el futuro de la inteligencia artificial. La Cumbre de Acción sobre la Inteligencia Artificial, celebrada en el histórico Grand Palais, reunió a más de 1.000 participantes de más de 100 países. Líderes de gobiernos, científicos, tecnólogos, representantes de la sociedad civil y voces empresariales se encontraron para responder a una pregunta que ya no se puede postergar:
¿Qué IA queremos construir… y para quién?
🌐 Una cumbre global con intenciones locales
Organizada bajo el paraguas de la Unesco, la Cumbre fue mucho más que una pasarela de tecnoptimismo. En la sala resonaron preocupaciones concretas sobre el impacto real de la IA en derechos humanos, equidad, empleabilidad, educación, soberanía tecnológica y hasta democracia.
Francia, anfitriona del evento, propuso un marco ético que busca equilibrio entre innovación e inclusión, y recibió el respaldo de países como España, Canadá, Senegal y Corea del Sur.
Inversiones sí, pero con condiciones
Durante la Cumbre se anunciaron inversiones millonarias destinadas a promover una IA “centrada en el ser humano”, con fondos provenientes tanto de organismos multilaterales como del sector privado.
- Un fondo internacional de 1.200 millones de dólares fue creado para apoyar desarrollos de IA en países del Sur Global, con énfasis en salud, educación y agricultura.
- Se lanzó la iniciativa “Compute for All”, un programa para facilitar el acceso a potencia computacional en países en desarrollo, actualmente excluidos de la carrera tecnológica.
Pero también se hizo evidente una tensión creciente: ¿cómo garantizar que esas inversiones no reproduzcan desigualdades existentes? ¿Puede la IA ser una herramienta de emancipación si está centralizada en manos de unos pocos gigantes tecnológicos?
Riesgos éticos en el centro del debate
Uno de los momentos más intensos de la cumbre fue la presentación del Manifiesto por una IA Ética, firmado por más de 300 expertos en filosofía, derechos digitales y ciencias sociales.
El documento hace un llamado claro:
“No basta con evitar daños. La inteligencia artificial debe contribuir activamente a la justicia social, la diversidad y la sostenibilidad ambiental.”
Entre las preocupaciones destacadas:
- Sesgos algorítmicos que perpetúan discriminaciones raciales y de género.
- Opacidad en los sistemas de toma de decisiones automatizados, incluso en gobiernos.
- Uso militar y geopolítico de la IA, con China, Rusia y EE. UU. desarrollando sistemas autónomos de vigilancia y ataque.
- Colonialismo digital, donde los países en desarrollo se convierten solo en usuarios o fuentes de datos, no en creadores
El papel de la ciudadanía
Un punto clave del encuentro fue la idea de que la inteligencia artificial no es solo un asunto técnico, sino profundamente político. Se propuso la creación de Consejos Ciudadanos de IA, espacios participativos donde la sociedad civil pueda revisar, cuestionar y co-crear los marcos de regulación.
También se destacó el rol de la educación crítica: formar no solo programadores, sino ciudadanos conscientes del poder —y los límites— de la IA.
¿Y ahora qué?
La Cumbre de Acción de París no terminó con un acuerdo cerrado, pero sí con una ruta abierta. Se delinearon próximos encuentros regionales, un observatorio ético internacional y, sobre todo, la necesidad urgente de cooperación transnacional.
Como dijo uno de los ponentes:
“La IA no necesita solo datos o energía. Necesita alma.”
💬 En la Sombra…
En un mundo donde la IA se desarrolla a la velocidad del rayo, sombraradio.com se pregunta:
¿Puede existir una inteligencia artificial justa sin una inteligencia humana que la cuestione?
La historia no está escrita. Y tú, lector, también formas parte de ella.



