Europa empieza a tratar los chips como lo que realmente son: poder.
Y cuando el poder cruza fronteras en forma de silicio, los gobiernos activan leyes que, hasta ahora, solo estaban escritas en caso de emergencia.
Eso acaba de ocurrir en Países Bajos, donde el Ejecutivo ha intervenido Nexperia, fabricante de semiconductores con sede en Nijmegen y controlado desde hace años por la tecnológica china Wingtech.
¿Qué ha pasado?
El gobierno neerlandés ha invocado la Goods Availability Act, una norma pensada para asegurar el acceso estratégico a bienes críticos. El motivo: “deficiencias graves en la gobernanza” de Nexperia que, en palabras oficiales, podrían comprometer la seguridad económica nacional y europea.
No se trata de una nacionalización. La propiedad no cambia. Pero sí lo hace el tablero: el Estado podrá bloquear o revertir decisiones clave dentro de la compañía, con efecto inmediato.
Un tribunal de Ámsterdam ha ido aún más lejos: ha suspendido al presidente de Wingtech, Zhang Xuezheng, de los órganos de control de Nexperia, y ha exigido el nombramiento de un director independiente con voto decisivo. La consigna: cortar cualquier posible influencia que no esté alineada con los intereses del país.
¿Por qué ahora?
Nexperia no fabrica procesadores de alto rendimiento, pero sí componentes esenciales para la cadena de suministro europea en sectores como la automoción, la energía y la electrónica de consumo.
Y cuando tu economía depende de chips —aunque no sean “de vanguardia”—, dejar que su control esté en manos de un conglomerado extranjero no es solo una mala idea. Es una vulnerabilidad.
Esta intervención no ocurre en el vacío. Sigue una línea creciente de medidas que ya vimos en Reino Unido (donde se frenó otra operación de Nexperia sobre Newport Wafer Fab) y que la UE empieza a consolidar en sus nuevos marcos de inversión extranjera y control de exportaciones tecnológicas.
¿Qué cambia (y qué no)?
No cambia la propiedad. Nexperia sigue siendo formalmente de Wingtech.
Sí cambia el poder de decisión. El gobierno obtiene poder de veto temporal sobre cualquier movimiento que pueda comprometer la autonomía tecnológica del país.
La producción continúa. Países Bajos no busca frenar la operativa, sino protegerla.
Lo que está en juego
Esta decisión marca un precedente. El de un país que no espera a que le roben el futuro, sino que empieza a blindarlo.
Lo que viene a continuación importa aún más:
¿Quién será el nuevo consejero independiente?
¿Reaccionará Wingtech con acciones legales?
¿La Comisión Europea replicará este modelo en otros Estados miembros?
En SombraRadio lo decimos claro: la soberanía tecnológica no se protege con comunicados, sino con decisiones. Países Bajos acaba de tomar una de las más contundentes de los últimos años.